¿Qué son las denominadas líneas de Nazca y por qué llevan décadas fascinando a expertos e
investigadores de muy diversos ámbitos? ¿Desde cuándo tenemos noticia de su existencia? ¿Cuál es su
relación con el mundo del misterio y, en particular, con la
ufología?
¿Quién o quiénes fueron los artífices de su creación? ¿Cuál era, el fin, el propósito o finalidad
que podría explicarnos a nosotros, hombre del tercer milenio — su origen? En los párrafos que
siguen intentaremos responder estas y otras cuestiones, a decir verdad no siempre fáciles de
resolver, relacionadas con uno de los enigmas más interesantes que al investigador moderno se le
pueden proponer en nuestros días.
Por líneas de Nazca (o Nasca, que es como se escribe el nombre de
la localidad en el propio Perú) se conoce el conjunto de grandes geoglifos que decoran el árido
suelo de las Pampas de Jumana, una zona desértica ubicada en el suroeste de Perú, no demasiado
lejos del océano Pacífico. Los geoglifos se hallan entre las actuales poblaciones de Palpa y Nazca,
ciudad que dista unos 500 kilómetros de Lima. El origen de las
líneas de Nazca
se remonta a la cultura nazca, una civilización preincaica desarrollada aproximadamente entre los
siglos I y VII de nuestra era y que todavía sigue envuelta en un halo de misterio a ojos de la
arqueología contemporánea.
En este punto, tal vez convendría aclarar la propia noción de geoglifo.
Aunque existen en otras partes del mundo, son los geoglifos descubiertos en Sudamérica
especialmente las líneas de Nazca y las figuras del desierto de Atacama, en Chile —los que han
servido para popularizar el término. De hecho, aunque la palabra geoglifo, de reciente
acuñación y formada por dos étimos de origen griego— geo, que se remonta a γῆ, tierra, y
«glifos», de γλύφω, verbo que significa tallar, cincelar, grabar — puede aplicarse a
cualquier manifestación artística realizada sobre una ladera o planicie siguiendo procedimientos de
extracción o adición de guijarros, el término también se usa en un sentido más específico para
referirse a cierto arte rupestre de algunas culturas estrictamente precolombinas.
En este sentido, cabe señalar que todos los geoglifos del continente
sudamericano se crearon básicamente mediante una de las dos técnicas referidas o por combinación de
ambas: bien por extracción, es decir, retirando la materia superficial de un terreno desértico que,
rica en hierro, muestra una tonalidad rojiza y oscura, permitiendo así que la blanca subcapa de
sílice se convierta en los surcos del geoglifo; o bien por adición, agregando piedras más oscuras
de origen volcánico que se distinguen claramente del resto del terreno. En uno y otro caso, siempre
es el contraste de colores lo que permite la percepción de las figuras.
Las líneas de Nazca tienen un grosor de entre 40 y 220 centímetros y ocupan un
área que supera los 500 kilómetros cuadrados. Representan figuras muy variadas, tanto en forma como
en tamaño. Las más célebres, ubicadas aproximadamente entre los kilómetros 420 y 440 de la
autopista panamericana, son aquellas que muestran dibujos de grandes aves, mamíferos, reptiles y
otros objetos. Destacan, entre otras, las siguientes figuras:
Colibrí: tiene más de 100 metros de longitud y su envergadura distancia
entre las alas — es de 66 metros.
Araña: uno de los dibujos más esbeltos; longitud: 46 metros.
Mono: esta célebre figura, en la que se ha querido ver una representación
de la Osa Mayor, se dibuja con nueve dedos y una extraordinaria cola en espiral que parece un
laberinto; supera los 100 metros de largo.
Garza gigante: se trata de un gigantesco pájaro, de la familia de las
ardeidas o aves pelecaniformes, que presenta la peculiaridad de un cuello en forma de serpiente;
sus casi 300 metros de largo la convierten en la figura más grande de todas las que conforman las
líneas de Nazca.
Otros dibujos sobresalientes son el cóndor (135 metros), el perro
(50 metros), la ballena (60 metros) y la figura antropomórfica bautizada como
astronauta u hombre lechuza (30 metros). Además, existen numerosas representaciones
(a día de hoy se han hallado más de 300) de motivos geométricos como triángulos, plazoletas y
trapezoides. Hay que señalar que este recuento no es definitivo y es probable que en los próximos
años se descubran nuevas líneas.
Descubrimiento de las líneas de Nazca
Fue el extremeño Pedro Cieza de León, famoso por su monumental Crónica del
Perú, el primero en dejarnos una referencia documental de las
líneas de Nazca
en 1547, interpretándolas como signos utilizados por antiguos moradores para indicar los caminos.
Algunos años más tarde, Luis de Monzón, a la sazón corregidor en esa zona de Perú, se refirió a las
líneas como restos de caminos o carreteras que los indígenas construyeron en tiempos antiquísimos a
instancia de unos habitantes legendarios: los viracochas. Los relatos de los conquistadores
españoles del Nuevo Mundo tienen interés porque demuestran que las líneas de Nazca se conocían ya
desde el siglo XVI sin necesidad de la panorámica aérea que solamente los aviones modernos harían
posible. Se conocía la existencia de las líneas, sí, pero no las fabulosas figuras que las mismas
delineaban. Y así, las figuras del desierto de Nazca permanecieron en secreto hasta las primeras
décadas del siglo XX.
Datación de las líneas de Nazca
¿Cuál es la antigüedad de las líneas de Nazca? Hemos dicho que su origen se
remontaría a la civilización nazca, que floreció entre los siglos I y VI d.C. Esta tesis,
mayoritaria entre los investigadores, se basa en la coincidencia existente entre las figuras del
desierto de Nazca y muchos de los dibujos que aparecen en diferentes manifestaciones artísticas de
la cultura nazca, particularmente en su exquisita cerámica policromada. Sin embargo, hay
arqueólogos que van mucho más atrás en el tiempo y defienden que la serie de geoglifos que hoy
podemos admirar en las Pampas de Jumana no se circunscribe en ningún caso a un marco temporal tan
estrecho como el determinado por la cultura nazca. En otras palabras, según esta corriente, los
geoglifos más antiguos serían obra de los pueblos que vivían en la zona posteriormente ocupada por
los nazca (el actual departamento peruano de Ica): topará y chavín. La cultura topará, llamada
también paracas, se desarrolló aproximadamente entre los años 200 a.C. y 100 d.C. Según la
arqueología moderna, la cultura topará habría surgido tras el declive de la civilización chavín,
dominadora de los Andes centrales en el período de tiempo comprendido entre 1200 a.C. y 200 a.C.